Se encuentra frente a un pupitre usado tradicionalmente para la elaboración de vinos espumosos.

El proceso de elaboración de este tipo de vinos tiene su origen en Francia, en la abadía de Hautvillers en la región de Champagne. Pierre Perignon fue uno de los de Abades de esta abadía y encargado de la elaboración del vino.

Cuenta la leyenda que una noche de primavera, Perignon se levantó de la mesa durante la cena alertado por unos extraños ruidos en la bodega. Preocupados por su tardanza, el resto de los monjes fueron en busca del Abad encontrándolo dentro de la bodega degustando una botella de este vino espumoso, enajenado y gritando que estaba bebiendo estrellas.

A pesar de lo bucólico de la leyenda, sabemos que lo que buscaba el Abad Perignon era acabar con aquel extraño efecto efervescente del vino. Lo que pasaba realmente con los vinos en esta región era que al ser una de las más frías de la elaboración de vino, las uvas se recolectaban muy tarde, en otoño. La fermentación alcohólica no se completaba debido a la bajada de las temperaturas y con la llegada de la primavera volvía a fermentar. Durante la fermentación se produce CO2 que aumentaba la presión en la botella haciendo que explotaran. El Abad Perignon considerado uno de los primeros enólogos, quería evitar este fenómeno y que se derramara el preciado líquido que contenían las botellas.

El proceso de elaboración se fue mejorando y afinando con el tiempo motivado por la gran demanda de este producto haciendo que ese gas que se quería eliminar, se convirtiera en símbolo de lujo y glamour. Si se fija junto al pupitre tenemos un breve resumen del Método Champanoise, con el cual se elabora el cava, el champagne y los vinos espumosos. Aunque el proceso de elaboración es similar, el uso de variedades diferentes de uva, suelos y territorios distintos hacen que cada vino sea totalmente diferente.