Botellas de diferentes colores, aunque siempre oscuras para los vinos de crianza (debido a que la luz incide en la calidad del vino), y los diferentes tamaños. Aunque la forma no es importante, el tamaño de la botella influye de forma determinante en el tiempo de guarda de cada vino. Cuanto mayor es el tamaño mayor tiempo de guarda, mejor expresión de los matices del vino, menor peligro de que la evolución del vino sea alterada debido a que la cantidad de oxigeno disminuye en relación con el líquido.

Los formatos más comerciales son la media botella (0,375 l), la botella normal de tres cuartos (0,75 l) y magnum (1,5l). Aunque existen más formatos Jeroboam 3 litros, Matusalen 6 litros, Salmanazar 9 litros, Baltasar 12 litros, Nabucodonosor 15 litros y Melchor 18 litros.

Usando un alambique de cobre como el que hay aquí se cuecen los hollejos de la uva poniendo fuego debajo de este. El alcohol que contienen los orujos se va evaporando y pasa por un serpentín sumergido en agua fría que hace que se condense convirtiéndolo en el aguardiente de orujo.  En nuestro caso se elabora también un Aguardiente de hierbas, un Brandy y un licor de Rosas silvestre.