Emina tiene sus raíces en el campo, en el viñedo, pero también en el entusiasmo y la pasión de un emprendedor que quería elaborar un nuevo tipo de vinos en dos de las zonas vitivinícolas más importantes de su tierra, Castilla y León, España. Carlos Moro, hoy presidente de Bodegas Familiares Matarromera, comenzó a dibujar el alma de Emina a finales de los 90 pero fue en el año 2005 cuando alzó el moderno edificio Emina Ribera al lado del histórico Monasterio de Santa María de Valbuena a orillas del río Duero y en el año 2007 construyó la Bodega Emina Rueda cerca de Medina del Campo, ambas bodegas a menos de una hora de Valladolid y de dos a Madrid. Siempre tuvo claro que quería investigar en un sector tan tradicional como es el vino y que sus antepasados venían trabajando desde hacía muchos años. El creador de Bodegas Emina sabía que se podían llevar a cabo productos y técnicas novedosas y ha conseguido poco a poco situar esta tierra vinícola, enmarcada en dos Denominaciones de Origen como son Ribera del Duero y Rueda, a la vanguardia de la innovación tecnológica y para ello creó la marca Emina.
Emina en latín significa amada y en su día una hemina era la medida límite que tenían los monjes para beber al día. Emina recoge esta palabra como pasión al mundo del vino, respetando la cultura y nuestro pasado pero con una visión innovadora, de investigación e implementación tecnológica que se plasma en los avances que los investigadores logran a través de diferentes proyectos en el campo y en la bodega pero también se descubre en la experiencia enológica que viven los visitantes que se acercan a conocer alguna de las dos bodegas y catar de cerca los vinos Emina.