El auge del imperio romano supuso una importante modernización de las técnicas de cultivo y la elaboración de vino, como por ejemplo la introducción del arado romano. El vino estaba presente en muchas de las facetas de la cultura romana, tanto que incluso tenían diferentes tipos de vino para cada clase social. La elaboración de vino en la Antigua Roma difería de la actual forma de elaboración, los romanos pisaban y prensaban la uva, tras lo cual almacenaban el vino en recipientes de barro donde fermentaba para almacenarlo finalmente en ánforas.
Tras la caída del imperio romano, el desarrollo de la viticultura y la enología recae sobre los monasterios y son las diferentes órdenes religiosas las encargadas de la elaboración del vino. A su derecha pueden ver un dibujo del Monasterio de Santa María de Valbuena. Los monjes de este monasterio se encargaron de propagar la viticultura en la Ribera del Duero durante el siglo XII. Elaboraban vino para la liturgia, para consumo y por último para comercializar el excedente, de hecho el nombre de esta bodega hace referencia a la ración de vino diaria que tomaban los religiosos, una EMINA. Conforme avanza la Edad Media, las grandes villas van tomando protagonismo dejando en un segundo plano las zonas rurales, el vino se va convirtiendo en un símbolo de prestigio y lujo.
A continuación puede observar parte de la colección privada de facsímiles de D. Carlos Moro con Beatos como el de Liébana que ilustran la importancia del vino en los monasterios.